¿Cómo detectar y prevenir las conductas de riesgo en los adolescentes?

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¿Cómo detectar y prevenir las conductas de riesgo en los adolescentes?

La adolescencia es una etapa de transición vital entre la infancia y la edad adulta, pues es cuando los y las niñas comienzan a formar su individualidad y a desarrollar sus habilidades sociales e interpersonales.

Sin embargo, esta transformación conlleva ciertos riesgos y momentos de vulnerabilidad propios de la adolescencia, para los cuales debes prepararte, más no alarmarte. 

Por eso, en este artículo te diremos cómo detectar y prevenir signos y síntomas de las conductas de riesgo en adolescentes, para ayudarles a desarrollarse de manera segura y saludable.

Vamos paso a paso. Antes de decirte cómo identificar estas conductas, es importante comprender los cambios que puede experimentar tu hijo o hija.  

Contenido:

  1. Entendiendo a tu hijo/a adolescente
  2. ¿Qué son las conductas de riesgo?
  3. ¿Cómo detectar conductas de riesgo en adolescentes?
  4. Recomendaciones para prevenir conductas de riesgo en adolescentes

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Entendiendo a tu hijo/a adolescente

Sabemos que la adolescencia puede generar incertidumbre en las familias porque es sabido que la rebeldía (que por lo general acompaña esta etapa), provoca desacuerdos. Sin embargo, debes saber que no existe una fórmula mágica para evitar conflictos de padres e hijos durante este periodo. 

Más allá de esto, la clave está en el entendimiento, la comprensión, paciencia y empatía. Por eso primero te diremos cómo entender la adolescencia.

Aunque cada adolescente experimenta esta etapa de manera diferente (pues precisamente se caracteriza por la individualidad y la búsqueda de la identidad), la mayoría siente una creciente necesidad de autonomía, lo que los lleva a tomar decisiones importantes sobre la vida, como elegir carreras y amistades. 

Además, los y las adolescentes suelen modificar sus relaciones con los demás. La mayoría de veces marcan distancia con sus familias y establecen vínculos más estrechos con sus amistades. 

Por ello, es fundamental que como padre o madre muestres comprensión ante los cambios físicos y emocionales que está experimentando tu hijo/a. De esta forma, podrás ofrecerle el apoyo adecuado para que crezca y madure de manera saludable. 

Existen algunos aspectos claves que te ayudarán a mantener una relación cercana con tu hijo o hija, pero también puedes apoyarte de documentación y cursos que te enseñarán a tener una comunicación efectiva y asertiva, y acompañarle en esta nueva etapa.

Teniendo mayor claridad sobre cómo comunicarte adecuadamente con tu hijo/a te será mucho más fácil identificar conductas de riesgo y abordarlas de manera correcta. 

¿Qué son las conductas de riesgo?

Son aquellos comportamientos que tienen un efecto placentero inmediato, pero que conllevan un riesgo que los y las adolescentes aún no dimensionan

¿Por qué no lo visualizan? No es por llevarte la contraria o desafiarte; este comportamiento tiene una explicación biológica y neuronal

De acuerdo con la Unicef, en la adolescencia el cerebro se desarrolla por etapas y la zona que madura antes es la relacionada con las emociones; pues la que tiene qué ver con el autocontrol, la toma de decisiones y el lado racional, termina de madurar hasta los 25 o 27 años.

Aunado a esto, en la adolescencia el sistema incrementa la producción de dopamina; por eso los y las jóvenes buscan constantemente experiencias que les hagan sentir bien, así que priorizan aquello que les dará placer, y dejan en segundo plano los riesgos que conlleva.

Como ves, no es que tu hijo(a) quiera enfrentar situaciones de riesgo, sino que es una consecuencia del proceso biológico, debe experimentarlas para que siga madurando su cerebro y con ello, aprenda a tomar decisiones y enfrentar las consecuencias.

Aquí tu acompañamiento será clave. Como padre o madre deberás prestar especial atención a sus conductas para prevenir cualquier riesgo, pues tú fungirás como el lado racional de su cerebro que aún está en proceso de maduración. 

Pero es importante que encuentres un equilibrio y asumas tu rol como guía, mientras le das la privacidad que necesita para formar su identidad y autonomía.

¿Cómo detectar conductas de riesgo en adolescentes?

Las conductas de riesgo en la adolescencia tienen un impacto directo en la salud (física o mental), pero también en otros ámbitos como el social, académico y familiar. 

Entre las conductas de riesgo más comunes a las que se exponen los y las jóvenes, se encuentran el consumo de alcohol y sustancias nocivas, problemas derivados de la falta de educación sexual, malos hábitos alimenticios, entre otros. 

Para detectar conductas de riesgo en tu hijo(a) adolescente, debes estar pendiente de cualquier cambio en su comportamiento en diferentes ámbitos:

  • Salud: observa si le resta importancia a su higiene personal, se enferma con frecuencia, baja o sube de peso, tiene autolesiones, cambia su alimentación o tiene dificultades para dormir. 
  • Social: relacionado con el aislamiento social, adicción a los videojuegos o a las redes sociales, o dificultad para trabajar en equipo.
  • Escolar: se refiere a cambios drásticos en su rendimiento escolar, ausencia en clases, no entrega tareas, baja de calificaciones, poca o nula participación en clase, conducta desafiante ante sus figuras de autoridad, agresión física y verbal para sus compañeros, etc. 
  • Familiar: relacionado con una escasa comunicación con la familia o situaciones de violencia familiar.
  • Intelectual: observa si tiene problemas de atención, concentración, memoria, retroceso en el aprendizaje, confusión y desorganización mental.
  • Emocional: relacionado con el miedo, inseguridad, ansiedad, ataques de pánico, apatía, desmotivación, irritabilidad, tristeza profunda, pérdida de interés en lo que antes le gustaba, depresión, ideación suicida o baja autoestima.

Recomendaciones para prevenir conductas de riesgo en adolescentes

Recuerda que en esta etapa tu objetivo será guiar a tu hijo(a), pero también conocer sus patrones de comportamiento para que identifiques con facilidad cuando haya un cambio repentino en ellos. 

En esta etapa la cohesión y respaldo familiar, así como la educación en casa, son piezas fundamentales para garantizar el bienestar de tu hijo(a).

De hecho, un artículo publicado por un grupo académico de Chile, afirma que los estilos de crianza tienen un impacto importante en las conductas de riesgo y el desarrollo de los y las jóvenes.

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Pero además de definir el estilo de crianza que emplearás con tu hijo/a, la Unicef recomienda llevar a cabo estas 5 acciones prácticas para prevenir conductas de riesgo:

1. Fomenta el diálogo


Es valioso que te sientes con tu hijo(a) adolescente para explicarle los riesgos que implican las diferentes situaciones que podría llegar a experimentar durante esta etapa.

Bríndale información clara y honesta sobre el uso de sustancias nocivas, el alcohol, el comportamiento sexual inadecuado y otras conductas que pongan en riesgo su integridad. 

Tip: Hazlo en un entorno que le transmita confianza (de preferencia en casa), muestra empatía y utiliza un tono de voz calmado, pero estableciendo límites.

2. Sé tolerante y muestra confianza


Sabemos que es mucho más fácil leerlo que hacerlo, pero en esta etapa más que nunca deberás trabajar en ser lo más tolerante posible; te decimos por qué:

Varios conflictos entre padres e hijos se originan precisamente cuando el o la adolescente no dimensiona el nivel de riesgo al que puede estar expuesto(a), y los padres y madres pierden la paciencia y optan por castigar.

Más allá de hacerle comprender tus razones, imponer un castigo solo provocará que se rompa la comunicación y la confianza.

Tip: Practica la empatía y compasión cuando hables con tu hijo o hija. No minimices su punto de vista, muéstrale atención y lleguen a acuerdos.

3. Apóyate de otras personas


Crea una red de apoyo con otras personas adultas cercanas a tu hijo/a, esto te dará la seguridad y respaldo que necesitas para acompañarle durante la adolescencia.

Tip: Independientemente de la o las personas que elijas para apoyarte, es importante que estén alineadas respecto al estilo de crianza que mantienes, el tipo de comunicación y los límites que deben establecerse con el/la adolescente. De lo contrario, podría generar confusión en tu hijo o hija. 

4. Predica con el ejemplo


Recuerda que en esta etapa tú harás la función del lado del cerebro que aún está en desarrollo, por lo que deberás enfocarte en ayudarle a poner en una balanza los riesgos de sus actos, a tener autocontrol y a tomar decisiones con autonomía

En ese sentido, deberás mantener una coherencia entre lo que platiques con tu hijo o hija y lo que hagas en casa o con tus amistades.

Sin duda, establecer límites claros es importante para prevenir conductas de riesgo, pero también es fundamental demostrarle que tienes ese autocontrol y autonomía del que le hablas.

Tip: Demuéstrale que tomas decisiones de manera responsable. Háblale con firmeza y respeto, precisando la importancia de los límites.

5. Deja que aprenda de sus errores


No pierdas de vista que aunque entienda los riesgos de una situación determinada, no estarás siempre a su lado y que si está con sus amistades, lo más probable es que priorice lo que lo haga sentir bien, en lugar de lo racional. 

Si se da una situación así, úsala a tu favor para que reflexionen juntos sobre el aprendizaje que le dejó esa experiencia. Velo como una oportunidad para que comience a identificar y a tomar consciencia de lo que no puede o debe hacer. 

Tip: Escucha a tu adolescente desde el afecto y compartan tiempo de calidad para que sepas qué disfruta hacer y encamines a estos gustos sus actividades extracurriculares.

Es importante considerar que no todos los riesgos son iguales y que debes evaluar en qué casos emplearás otras medidas de prevención.  

Con la orientación adecuada podrás prevenir conductas de riesgo

Aunque la exposición al riesgo va de la mano con la adolescencia, ahora sabes que brindándole la educación en casa adecuada, manteniendo comunicación constante y pertinente, y estableciendo límites claros, podrás enfrentar de mejor forma con los cambios biológicos y emocionales de tu adolescente, y con ello, ayudarle a formarse como una persona autónoma y madura.

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